¡Malditas las guerras y aquellos que las provocan!

Artículo de opinión de Sergi Cremades.

No nos engañemos, una guerra es una guerra y en todas mueren civiles y si no que se lo pregunten a Palestina, a Siria, a Etiopia o Afganistán. Todos los causantes de guerras deberían ser juzgados por crímenes de lesa humanidad, Putin el primero.  Pero a renglón seguido, Bush, Aznar, Bler, Netanyahu, Bennett, o Salmán bin Abdulaziz, rey de Arabia Saudita y principal agresor en el actual conflicto con Yemen.

Todas las Guerras actuales siguen el mismo patrón, se inician como guerras comerciales, económicas entre intereses de las élites capitalistas, ahora bautizadas como oligarcas, sus partidos y sus gobiernos, buscando zonas de influencia y mercado para mejorar sus beneficios. Cuando esto ya no es posible, se recurre a la guerra con un triple objetivo, imponer por la fuerza sus intereses tanto imperialistas como geoestratégicos (que es una forma encubierta de decir que se busca la obtención de beneficios económicos a medio y largo plazo). También se busca activar la economía, otro eufemismo para ocultar el aumento de las arcas de los oligarcas con la venta de armas, esas que enviamos desde aquí y, por último, una banda de carroñeros sin escrúpulos amplía su nicho de negocio con la reconstrucción tras la desolación y la ruina.

Todo lo demás es propaganda para imponer un relato. Que si Putin es un loco asesino, que si  Zelenski es la nueva Agustina de Aragón. Mentiras, medias verdades, manipulación, sobreinformación, exageración, …y sobre todo hipocresía de élites y gobiernos. Cualquier belicista necesita demonizar al contrario para justificar sus crímenes. ¿De verdad pensáis que vendiendo armas ayudamos a la ciudadanía de Ucrania?

Que más de la mitad de los y las españolas crea necesario avivar el fuego de la guerra con el peligro de extender el conflicto al resto de Europa, o peor aún, pudiendo provocar una guerra nuclear, mandando tropas a Ucrania, es un botón de muestra de cómo la maquinaria propagandística penetra de manera muy peligrosa en la ciudadanía.

Eso, ¿qué pintamos los y las ciudadanas en todo esto? Como pronto victimas, víctimas de la codicia y la avaricia del beneficio manchado de sangre. También instrumento para engrosar las filas de los ejércitos y/o milicias. Las guerras provocan muerte y destrucción, pérdidas de vidas humanas, de niños y niñas, madres y padres, familias enteras. Personas normales como tu y como yo, gente sin intereses económicos, ni poder, ni ideales que justifiquen la imposición, la invasión o la eliminación violenta. Muchos neonazis (también españoles) engrosan las filas de los dos ejércitos en contienda, les llama la sangre y el sufrimiento ajeno. Muchas de sus ideas intransigentes, enfermizas y violentas también las enarbolan y las instigan los políticos y empresarios de los países en liza dispuestos a provocar una catástrofe humanitaria para defender su cuota de mercado. En las guerras mueren inocentes civiles y también soldados, que no hay que olvidar son personas con familia, amistades, etc., pero nunca la casta: generales, élites empresariales, políticos, reyes o presidentes de gobierno. Potencian el ardor guerrero de las clases trabajadoras para que luchen, y mueran, por sus intereses y por sus ideales intolerantes y destructivos. ¡Qué sinsentido!

El pueblo valenciano, al igual que el resto del Estado, está demostrando una gran solidaridad con el pueblo ucraniano. Paz entre los pueblos, entre personas, entre familias es lo queremos. Gritamos a los cuatro vientos sí a la vida, no a la guerra, no al sátrapa Putin y a sus oligarcas y solidaridad con el pueblo ruso encarcelado por enfrentarse a la invasión.  Pero también no a Zelenski, sus negocios y su gobierno corrupto, no a la escalada belicista que se está fraguando en Europa por mantener los privilegios de unos pocos y no a la OTAN, nacida al calor de la guerra fría, que ha perdido su razón de ser pues su enfoque expansionista de la seguridad militar es radicalmente contrario la justicia social, la solidaridad, la convivencia, la conciliación y el poder negociador como única arma.

Sergi Cremades