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Carlos Mazón for president

Artículo de opinión de Jesús Navarro Alberola

Las generalizaciones son odiosas, pero ¡sientan tan bien…! Si compramos un mueble en cierta multinacional sueca y nos sale rana, porque nos sobran tornillos o nos faltan tablones, diremos a los cuatro vientos que jamás volveremos a pisar ningún local de esos en la vida. Si un taxista madrileño nos da tres vueltas de más para llevarnos al hotel es que todos los taxistas de Madrid (o del mundo) son unos estafadores. Si el segundo fontanero que llamamos para que nos arregle la fuga se da la vuelta sin encontrar el motivo ni solucionar el problema es que los fontaneros son unos incompetentes. Y así hasta el infinito. De igual forma, en política hacemos lo mismo. Pero con una excepción: los nuestros son los mejores y los contrarios, los peores; hagan lo que hagan unos y otros. Y entonces llega alguien como Carlos Mazón y nos rompe los esquemas.

            Criticar a todos los políticos porque sí no tiene sentido, aunque hay que reconocer que es una costumbre tan nuestra como el vermú de media mañana, las paellas del domingo o las siestas viendo el Tour. Pero políticos buenos y malos hay en todas partes. Fíjense en cómo algunos países que siempre ponemos como ejemplo de férrea firmeza o trabajo sólido, y estoy pensando en Alemania, de la noche a la mañana han pasado a liderar el triste ranking de muertes por coronavirus. Esto demuestra que las severas críticas diarias a nuestros políticos, por la gestión del Coronavirus, están de más. Y es que nadie está a salvo frente a una pandemia de este tipo, sobrevenida en todo el mundo como un tsunami; solo queda confiar en que quienes lleven el timón sepan algo de cartografía.

            Y a mí, Carlos Mazón, el actual presidente de la Diputación de Alicante, me da esa confianza. Tuve la suerte de conocerlo hace unos años y he entablado una estrecha amistad con alguien que está justo enfrente de mis ideas políticas, algo que no pasa a menudo. “Por tu culpa, voy a votar, por primera vez, al Partido Popular”, “¡le repito constantemente”!. Porque yo, que me pilló la Transición en esos años efervescentes de la juventud, soy socialista, pero siempre me he maravillado de esos hombres que supieron dejar atrás odios y rencores no tan lejanos para unirse y construir un futuro digno para España. Carlos me recuerda a esas personas y a esa época, cuando la política era una devoción antes que una profesión, pero en la figura de alguien preparado, joven y que está tambaleando los cimientos de aquellos que solo saben lanzar dardos con los ojos vendados.

            Tiene la habilidad para enfocar los problemas desde un punto de vista empresarial y moderno, lo que en muchas ocasiones choca con su propia ideología, pero no le importa: consigue exponer su postura con tal firmeza que convence a propios y extraños. Y, lo más importante, pone en acción sus ideas. Ya lo hizo en la Cámara de Comercio de Alicante y lo está haciendo en la Diputación, acercándose a quienes son sus adversarios políticos, como Ximo Puig, que también tiene, por cierto, esa misma limpieza y honestidad en la mirada, o incluso a aquellos que quedan en los extremos del arco parlamentario, como Mónica Oltra o VOX. ¡Con decir que hasta en el PP asumen con la boca pequeña que su padrino político venga de Benidorm y tenga un apellido que empieza por Z! Lo mejor es que Carlos no oculta su pasado, como tampoco esconde que quiso ser cantante profesional, con un estilo entre Julio Iglesias y Perales (aunque esto siempre lo negará). Y esa cercanía, esa sinceridad y apertura también deja al traspiés a quienes se atreven a criticarlo.

            Por ello, creo que es imposible pensar que su techo sea solo la Diputación. Diga lo que diga Carlos tanto en público como en privado, es solo cuestión de tiempo. Lo principal es que no tiene prisa, ya que tiene mucho tiempo por delante. Será lo que quiera ser. Y espero, por nuestro bien, que sea así. Lo único que le falta para ser un líder completo son enemigos y todos sabemos que el nivel de una persona se mide por la importancia de los que quieren ponerte palos en las ruedas. Quizá, a raíz de este artículo asomen algunos. Espero, amigo, que no me lo tengas en cuenta.

            En el mundo empresarial, un padre inteligente analiza primero a quién le cede las riendas de la empresa y, por encima de derechos de herencia, piensa en lo que beneficiará a la mayoría. El hereu o, en este caso, la hereu, no es siempre el más adecuado y todos conocemos negocios que se han ido al traste por elegir un futuro inadecuado. En la política debería pasar lo mismo. Tomen nota en la calle Génova.

            Carlos Mazón ha demostrado su valía en estos últimos años, pero aún tiene mucho camino por recorrer. Puede que, incluso, el cap i casal sea solo una transición para algo más grande, como dice nuestro himno, «ofrendar nuevas glorias». El título de este artículo, no especifica de qué será presidente. Ahí lo dejo.

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