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Art. de opinión de Manuel González, Concejal Socialista. (edición impresa)

Achicoria para todos

Dicen que los españoles somos adictos al café, pero en tiempos de penurias económicas más bien desde Europa nos imponen el sabor amargo de la achicoria, un sucedáneo para pobres que brillaba con luz propia en los años de la posguerra.

Y es que en la vorágine diaria de la actual crisis económica en la que las medidas del gobierno del PP devaluan el país en su conjunto a través de continuas reformas estructurales, recortes y ajustes en el Estado del Bienestar, ha surgido al debate público la necesidad de reformar el estado de las autonomías. Se argumenta que el modelo autonómico consagrado en el título VIII de la CE es despilfarrador, disfuncional y el culpable máximo del galopante déficit público del Estado, y por tanto insostenible en tiempos de crisis.

La idea de la descentralización política en nuestro país va unida a la emulación de los nacionalismos de Euskadi y Cataluña y en menor medida de Galicia, los cuales siempre han tenido un difícil encaje constitucional. En los albores de la democracia el desarrollo autonómico se plasmó en la idea del “café para todos” que dió lugar al actual reparto competencial tan denostado para algunos y siempre insuficiente para otros.

Ciertamente nuestro estado de las autonomías es un modelo artificioso, fruto del consenso primigenio de la transición democrática y que ha pretendido diluir por imitación con el paso del tiempo la identidad nacional de vascos y catalanes.

Después de 30 años de desarrollo autonómico y de continuas polémicas sobre su financiación, la reciente Ley de estabilidad presupuestaria y su objetivo del déficit cero para el año 2020 se ha encargado de pulverizar “el café para todos” y sustituirlo por la “achicoria para todos”.

Parece que el hecho diferencial, la diversidad y la pluralidad resultan un lujo en democracia y no hubiera más remedio que volver al centralismo para impedir el gasto excesivo de los gobiernos regionales.

Iconos del neoliberalismo patrio como Esperanza Aguirre abogan por devolver las competencias en sanidad, educación y justicia al Estado. Igualmente Rosa Diez y la UPYD propugnan una refundación del estado autonómico por considerarlo excesivamente costoso y poco eficiente en tiempos de crisis.

No sé si estas señoras que hasta hace cuatro días defendían “el café para todos” y de paso que les dieran las pastas gratis, ofrecen argumentos convincentes para cambiar el modelo territorial del Estado Cuanto más se pretende volver al pasado desde una especie de contrareforma ideológica conservadora más aumentan las tensiones nacionalistas y las aspiraciones soberanistas de algunos territorios.

Y es que nuestro modelo autonómico con un contenido cuasi federal no es un problema en sí mismo. Poco tenemos que envidiar a cantones suizos o landers alemanes en materia de descentralización política o de servicios. Es una cuestión de gestión y eficiencia.

Tomen por ejemplo la Comunidad Valenciana y valoren los resultados de los distintos gobiernos del PP que la gestionan. Tenémos una autonomía de primera en deudas, un tejido productivo dañado, un sistema financiero destruido y somos el paradigma del paro y la corrupción.

Desde el PSOE hemos reconocido siempre que se han producido excesos autonómicos y que es necesario racionalizar el modelo pero sin recortar competencias.

Los socialistas estamos comprometidos con un esfuerzo común para mejorar el sistema autonómico asegurando el respeto y la identidad de cada territorio, acometiendo las reformas necesarias para evitar la duplicidad y descoordinación entre Administraciones Públicas, y propugnando un control más exhaustivo del gasto autonómico en la gestión descentralizada de los servicios públicos y su cercanía a los ciudadanos.

Puede que ahora lleguen tiempos difíciles pero lo importante no es si todos tomamos café o achicoria sino que lo tomemos en paz y convivencia, respetando esta pluralidad territorial de sentimientos, lenguas y culturas que es España.